domingo, 30 de enero de 2011

La Guitarra.

Autor: Alejandro Casals
Voz: Arturo Iriarte 
Guitarra: Mario Echeverria
Edición: Vigía



En una antigüa vitrina, arrinconada en la sala,
misturada entre el facón, mates, bombillas... la rastra,
un rebenque, las espuelas y otras reliquias de plata,
orgullosa de su historia... ¡LA GUITARRA vive en jaula!
Quizá sea por la tristeza, de verla allí confinada,
que recuerdo sus memorias... y se me da por contarlas.
 
Ébano, cedro y ciprés... elegidos siendo planta,
de troncos a pleno sol, mezclados en la jangada,

en bajada, ¡El Paraná!... navegaron a flor de agua.

 
Modeladas con amor, por un artesano en Salta,
¡La suerte de las maderas, fue renacer en GUITARRA!

Según chismes de familia, desde hace tiempo... está en casa,

se comenta que el abuelo, la ganó jugando a taba. 
Resereando algún ganado y... ¡nada más... porque pasaba!
se entretuvo en un boliche, ¡Para habituarse a la cancha!

 
Un rusito agricultor, de la Colonia Esperanza,
se la jugó sin piedá a la primera clavada.
Y... aquella noche serena, ebrios de vino y de zambas,
pa’despedirse chuparon, hasta llegar la mañana.
Abrazado a LA GUITARRA... ¡Dicen que el ruso!... ¡lloraba!
 
Acomodada entre bultos, en un camión de mudanzas,
la fletaron para Brandsen, envuelta en un poncho pampa.

Quienes la conocen sienten... curiosidá por mirarla.

Se alvierte que desde tiempo, sin saberlo la buscaban.

¡Manos rudas se apresuran a toquetearle la caja!

para oírla sonar un rato... y... por lo menos palparla.

¡Manos torpes que se atreven!... ¡Manos sucias que profanan!

¡Porqué el leño las excita!... ¡Porqué el leño tiene alma!


Fue hace tanto... tanto tiempo, que de mi memoria escapa,

¡La ví sentada en las piernas de José Gómez Villalba!

¡Guitarrero como pocos!... nocheador de serenatas.

Ciñó su formoso cuerpo, hasta sentirla calzada,

acomodó el moño ajado... ¡De cinta celeste y blanca!

y recorrió el diapasón pa’intentar una pulsada.

La boca apoyada al cuello... como... ¡Cómo pa’besarla!

o tal vez emocionado... pa’no mostrar una lágrima,

¡Susurrándole en secretos!... modulaba las palabras.

¡Cada cuerda en carne viva con sonido de campanas!

¡Seis tripas estremecidas!... animadas de esperanza,
acompañaban las coplas... y entre acordes se floreaban,
liberando los gemidos, de su afinada garganta,

¡Con una mueca las risas! De su boca desdentada, escapaban...
¡Escapaban... como trinos de calandria!

Pero... pero es otra cosa... que pretende LA GUITARRA,
¡Ella es más que una madera, socavada de una planta!

¡Entuavía no ha nacido, el último hombre pa’marla¡
Al verla entre chucherías, en la vitrina olvidada,
reposanso allí... serena, en dulces sueños de carpas.
como una mujer sin tiempo, que sus años ya no pasan
¡Ilumina con el brillo, de los ojos de una anciana!

¡Cuanta dulzura apacible en la inocente encordada!
Y yo, que tanto la quiero... ¡NI SIQUIERA SE TOCARLA!


1 comentario:

  1. Una poesía maravillosa, relatada con una voz muy acorde y ni hablar del video y la compaginación, esto es algo hermoso para el alma, muchas gracias por todo esto, abrazos

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