Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.
En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.
Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.
¿Qué cantan los poetas andaluces de ahora? ¿Qué miran los poetas andaluces de ahora? ¿Qué sienten los poetas andaluces de ahora?
Cantan con voz de hombre, ¿pero dónde los hombres? con ojos de hombre miran, ¿pero dónde los hombres? con pecho de hombre sienten, ¿pero dónde los hombres?
Cantan, y cuando cantan parece que están solos. Miran, y cuando miran parece que están solos. Sienten, y cuando sienten parecen que están solos.
¿Es que ya Andalucía se ha quedado sin nadie? ¿Es que acaso en los montes andaluces no hay nadie? ¿Que en los mares y campos andaluces no hay nadie?
¿No habrá ya quien responda a la voz del poeta? ¿Quién mire al corazón sin muros del poeta? ¿Tantas cosas han muerto, que no hay más que el poeta?
Cantad alto. Oiréis que oyen otros oídos. Mirad alto. Veréis que miran otros ojos. Latid alto. Sabréis que palpita otra sangre.
No es más hondo el poeta en su oscuro subsuelo, encerrado. Su canto asciende a más profundo cuando, abierto en el aire, ya es de todos los hombres.
Como aire,
me arremolino alrededor del esbozo de tu cuerpo
silueteándolo en abrazo
con mis formas
Tu escorzo es una esquina que doblo
sin pensar en lo que encuentro,
deseando curioso el otro lado;
Esperando filtrarme en tus recovecos,
me difumino
y de invisible me visto con tus colores.
Aun así me sientes.
Mi revoloteo a tu vera es una alegre palabra
que se invierte sola a dedos
y que acarician tu cabello en mi mente.
Como aire!...
Me siento como aire fresco cuando me miras!
Asumo la consecuencia de ser tu brisa
e impenitente me convierto,
por tu sonrisa,
en aire al momento.
Inconcluso, soy solo un soplo
que busca el valle de tu cuerpo
para poder ser aire,
para poder ser viento...
Y no perderme un segundo solo de tu aliento!
Y mi pensamiento,
que ya no se equivoca,
me hace prender los cielos como huracán
para llegar mansamente al deseado final
de ser el aire que suspira nacer,
como palabra en tu boca.
Se ha muerto marzo, agonizando como una culebra pisada con los pies descalzos, con la mirada vacía y sin boca que saturar de espuma, sin recuerdos, se ha muerto marzo sin primavera ni vientos, sin flores, sin mar y sin bruma, desde las noches negras que le emergen a la calavera de lo que un día fue su luna. Se ha muerto marzo como se mueren las células: Desde adentro y en silencio, sin pompas fúnebres ni llantos, sin tormentas ni calmas, sin escenas, ni dudas. Se ha muerto marzo sin misterio como se muere al final de una canción; Apagado y sin letras, sin voz que acompañe su sepelio; Nunca existió este marzo que antes de nacer, moría sin esquelas. Entre indiferentes manos, murió marzo.