De allí vengo;
De donde araña la piedra su nombre
en la antesala del silencio dormido.
Donde se inclina el corazón rendido
a la mirada presente.
Donde se esconde el instante latente
de la palabra engastada a la razón,
como hilo de hierro fundido;
Donde reflorecen los mástiles
y las velas que dirigieron los caminos,
de los que anduvieron antes que yo.
De allí soy;
Y vengo engarzado de esencias,
rimas, letras y verbos,
cargadas las manos de claveles blancos
y negros, franca la voz al viento.
De allí vengo,
en honor de tu sonrisa
desde el cristal turbio del recuerdo,
hasta la antigua tierra que germinó
con su estirpe noble todos los sueños.
Y allí voy;
Directo a la fuente oscura de tus miradas
sin guerras, ni armaduras ni espadas,
siguiendo el rojo fulgor de tu beso.
Sin vuelta atrás, ni paradas;
Aquí estoy:
Acudiendo desnudo a tu rezo.