Primero la soledad no tuvo puertos,
tampoco bitácoras el tiempo,
nunca tuvo caminos el silencio,
en ese ayer de páginas eterno
Y aunque la soledad llegó despacio
no supo ondear en ti parajes muertos
y a golpe de vientos sosegados
fue clima solemne de avatares lentos.
Hoy me explota el recuerdo en mil detalles
porque tú me llenas de nostalgia
cuando del pecho se desgrana la esperanza
de volver a pisar tus viejas calles
¡Oh, mi ciudad por piratas saqueada!
antigua capital de oro rupestre
que por dentro me creces a caudales
cubre mi piel exhausta
con tus muros perpetuos
con ese paisaje visto
en mis errantes sueños
bajo las anchas clámides del cielo.
Yo te recordaré colosal, permanente'
con retumbos de voz en mis raíces íntimas,
prolongando lamentos amarrados al viento
como si me llamaras más que la eterna vida.
Ayer, fuiste gloria de España,
-fueron afamados tiempos-
Hoy, adoquines de historia,
sin su reino,
pero más gloriosos que los márnoles helénicos
como la majestad del universo.
Allí el viento
rueda alegre, rueda alegre
y el rumor del mar se oye a lo lejos.
¡Rostro de América,
de mi patria un monumento,
eres tú Panamá- viejo
mi más querido recuerdo!
Pasando pasa su séquito infinito
succionando el vigor, la agilidad, el nervio
la luz de las ciudades con sus dedos de mármol
entre las nubes.
Pasando pasa, con la mirada ilesa
como un puñal insaciable purgando soledades.
Todo se transforma bajo sus pies de bronce.
Adormilados el genio, la lira y el talento
sacrifican su pecho de paloma.
Pasando pasa con su traje de gritos
y una tormenta destilando azufre
empapela enfermedad, como bulas inexorables
en las paredes de nuestras casas vacías.
¿Quién puede decirle te aborrezco
porque me quitas la opción de la mañana?
¿Y quién, en su locura se atreve
a golpearle el rostro con la sangre de sus hijos?
Pasando pasa y yo, que he caminado tanto
gastándose mis pies sin alcanzarle
le advierto desde lejos y atrás, entre la bruma
que lo he entendido todo hace mucho
y no sirvió de nada.
En una antigüa vitrina, arrinconada en la sala,
misturada entre el facón, mates, bombillas... la rastra,
un rebenque, las espuelas y otras reliquias de plata,
orgullosa de su historia... ¡LA GUITARRA vive en jaula!
Quizá sea por la tristeza, de verla allí confinada,
que recuerdo sus memorias... y se me da por contarlas.
Ébano, cedro y ciprés... elegidos siendo planta,
de troncos a pleno sol, mezclados en la jangada,
en bajada, ¡El Paraná!... navegaron a flor de agua.
Modeladas con amor, por un artesano en Salta,
¡La suerte de las maderas, fue renacer en GUITARRA!
Según chismes de familia, desde hace tiempo... está en casa,
se comenta que el abuelo, la ganó jugando a taba.
Resereando algún ganado y... ¡nada más... porque pasaba!
se entretuvo en un boliche, ¡Para habituarse a la cancha!
Un rusito agricultor, de la Colonia Esperanza,
se la jugó sin piedá a la primera clavada.
Y... aquella noche serena, ebrios de vino y de zambas,
pa’despedirse chuparon, hasta llegar la mañana.
Abrazado a LA GUITARRA... ¡Dicen que el ruso!... ¡lloraba!
Acomodada entre bultos, en un camión de mudanzas,
la fletaron para Brandsen, envuelta en un poncho pampa.
Quienes la conocen sienten... curiosidá por mirarla.
Se alvierte que desde tiempo, sin saberlo la buscaban.
¡Manos rudas se apresuran a toquetearle la caja!
para oírla sonar un rato... y... por lo menos palparla.
¡Manos torpes que se atreven!... ¡Manos sucias que profanan!
¡Porqué el leño las excita!... ¡Porqué el leño tiene alma!
Fue hace tanto... tanto tiempo, que de mi memoria escapa,
¡La ví sentada en las piernas de José Gómez Villalba!
¡Guitarrero como pocos!... nocheador de serenatas.
Ciñó su formoso cuerpo, hasta sentirla calzada,
acomodó el moño ajado... ¡De cinta celeste y blanca!
y recorrió el diapasón pa’intentar una pulsada.
La boca apoyada al cuello... como... ¡Cómo pa’besarla!
o tal vez emocionado... pa’no mostrar una lágrima,
¡Susurrándole en secretos!... modulaba las palabras.
¡Cada cuerda en carne viva con sonido de campanas!
¡Seis tripas estremecidas!... animadas de esperanza,
acompañaban las coplas... y entre acordes se floreaban,
liberando los gemidos, de su afinada garganta,
¡Con una mueca las risas! De su boca desdentada, escapaban...
¡Escapaban... como trinos de calandria!
Pero... pero es otra cosa... que pretende LA GUITARRA,
¡Ella es más que una madera, socavada de una planta!
¡Entuavía no ha nacido, el último hombre pa’marla¡
Al verla entre chucherías, en la vitrina olvidada,
reposanso allí... serena, en dulces sueños de carpas.
como una mujer sin tiempo, que sus años ya no pasan
¡Ilumina con el brillo, de los ojos de una anciana!
¡Cuanta dulzura apacible en la inocente encordada!
Y yo, que tanto la quiero... ¡NI SIQUIERA SE TOCARLA!
A estas horas
y en las otras,
cierro mis ojos y te veo.
Estiro mis manos y te alcanzo,
mis ojos curiosos te envuelven
en caricias de luz y reflejos claroscuros,
contemplan al hombre de tez morena,
ojos pequeños y sonrisa tierna;
a ese hombre que también me observa.
Un rubor pinta mi cara y
al escurrir de la mirada,
un relámpago atraviesa mis venas,
asalta mi corazón,
en abordaje de recuerdos
que galopan mi esencia
y otros,
más fuertes,
que se apoderan de ella...
A estas horas
y en las otras,
cierro mis ojos y te veo.
Consuelo En la más cruel batalla de mi vida, tu ambición y tu orgullo han vencido, hoy quedo humillado y malherido, con nada, perdido, sin salida. El corazón, quien sufre las heridas, llorando pide a gritos un sentido, por seguir manteniendo sus latidos, él paga un alto precio mis caídas. Sin asomo de aliento ni esperanza, entre un mar de ilusiones destrozadas, intento que se olvide de su duelo; rescato de mis penas una alianza, alzo al oscuro cielo la mirada, y le doy, mi promesa por consuelo. Mi promesa (Secuencia del poema anterior) Al tiempo, en sus giros el destino, de nuevo nos coloca frente a frente, me dices que juzgando es inclemente, la desgracia a tu vida sobrevino. De unir al tuyo el llanto me domino, escuchando lo sola que te sientes, lo tanto que sincera te arrepientes, por el daño sembrado en el camino. Cuando me has pedido que regrese, terminar con tus días de amargura, cual rayo te fulmina la sorpresa, tu adiós en cruel verdugo reaparece; ya a mi lado me abraza con ternura, la mujer que dió vida a mi promesa.
Cada búsqueda encierra un desencuentro, ese lugar donde nos vimos tantas veces. Cada aurora te esconde en una noche sin luna -adormecida- con el color turquesa del que se pintan los mares y la esperanza. Ven, con sinuoso canto de sirena a mi vera y enroca tu contorno aquí, de donde quisiera partir -por siempre- mis olas. Y permanecer. Encarámate en mis ojos y utiliza mis labios para depositarte; Anuda la despedida desandándote de la palabra.
Ven a adular mi existencia y seré prolijo en donar el tiempo que nos falta. Ven, porque retroceder una vida es la forma de volver a dar el primer paso… y la única, de recorrer el ultimo primer beso.
Marinero, deja que llene tu vacío con mis historias,
permite que mi alma sea la luz que se yergue en tu mar,
déjame recorrer los mundos en tu barco
permíteme ser la brújula de tu amor.
Déjame entrar en tu barco, que amarte quiero,
déjame cubrir tu cuerpo con mis caricias,
deja qué mi cuerpo sea el horizonte del tuyo
hasta cubrirlo con espumas de misterios.
He visto morir y renacer la mar, en larga espera.
No te vayas, marinero, en las noches sin luna,
yo te ayudaré a pescarla para construir a tu lado,
metáforas que te hablen de sirenas que te llaman.
Me estás quitando el sueño, eso no te lo aguanto,
no sé si esto, a mis años, está bien o está mal,
si debo trasnocharme soñando con tus brazos
déjame que convierta mi sueño en realidad.
Que no queden mis manos vacías de tu presencia,
quiero palpar despierta lo que ahora es fantasía,
si sufro por las noches insomne con tu ausencia
dame el consuelo al menos de tenerte de día.
Porque entonces ni empeño ni las horas importan,
tus ojos en mis ojos, tu sed toda en mi boca,
una noria sin frenos, tú y yo con embeleso.
Y si te llega el sueño porque mi amor te agota,
ansiosa y apremiante, con la urgencia más loca
despertarte, mi vida, con un caudal de besos.
Perfila con la yema de tus dedos mi cuerpo
Mientras susurras que mueres de amor
Que el deseo no te deja vivir
Que mis besos son tu oxigeno
Mi alegría la que te da fuerza
Mi sonrisa la que ilumina tu vida
Mis manos las que te hacen estremecer
Mis ojos, quienes te llenan de paz
Mi piel, el camino que deseas recorrer toda la vida
Mis brazos, el refugio donde deseas morir.